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domingo, 14 de noviembre de 2010

Resiste...




Alguien a quien amar


Entiendo a los malos…
A los que hacen cosas horribles…
Los entiendo.

Creo que simplemente son gente
Que no tuvo otra alternativa.
Entiendo a los malos porque sé,
Que simplemente, buscan a alguien
A quien amar…



Creo que nuestro corazón es como un motorcito chiquito que todo el tiempo busca y busca encontrar a alguien a quien amar. No se cansa nunca. Aunque estemos vencidos, él siempre busca y busca, porque un corazón necesita amar.
  Creemos que lo que el corazón busca es alguien que nos ame, pero no. El corazón no es tan egoísta. Él sólo busca a alguien a quien amar, alguien que se deje amar.
   A veces nos pasamos cincuentas cuadras, equivocamos el camino. Y el coranzocito sigue ahí, incansable, diciéndonos:” no es por acá”. Pero no lo escuchamos.
   Sin embargo, al final, el corazón siempre se hace escuchar. ¿Cómo ignorar esos latidos que son las señales que nos indican el camino? Uno puede estar perdido, pero buscar el camino, ya es, en parte, encontrarlo.
   Aunque te gane la desesperanza, el dolor aunque creas que es demasiado tarde, busca en tu corazón, busca en tu alma malherida. En algún lugar, fuera de tu burbuja, habrá alguien a quien amar.



Ser o Estar.


En ingles ser y estar se dice igual: To be. ¿Pero es lo  mismo ser que estar?

¿Estar conciente es lo mismo que ser conciente? ¿Es lo mismo ser engañado que estar engañado? ¿Estar loco, es lo mismo que ser loco? ¿Estar despierto es lo mismo que ser despierto? ¿Estar aburrido es lo mismo que ser aburrido? ¿Es lo mismo ser seguro o inseguro Que estar seguro o inseguro?

Uno quiere ser. Quiere ser el amor de alguien, el sueño de alguien, ser alguien en la vida de esa persona que ama.

Ese deseo de ser, nos puede confundir y no dejarnos ver que somos, sino que estamos, transitoriamente, en la vida de alguien.
 Ser con alguien es muy diferente a estar con alguien. Por eso ser o estar, no pueden ser lo mismo.


El espejo.

Con nuestros ojos podemos ver todo, salvo a nosotros mismos. Para eso necesitamos un espejo. O alguien que nos espeje.
   Un espejo puede ser otra persona,  una palabra, un libro, una canción. Todo aquello que nos refleje.
   Pero hace falta mucho coraje para mirarse al espejo y aceptar lo que vemos. Porque eso, nos guste o no, es lo que somos.


El aprendiz.

Algunos artistas realizan el siguiente proceso: primero son auto referenciales, después imitan el estilo de los que admiran, y por último, encuentran su propio estilo.

  Copiar, imitar a otros, buscar un modelo, es parte del proceso.
  Ser original no es inventar algo nuevo, eso no existe, ya todo está inventado. Ser original es hacer algo distinto con lo aprendido.


Llega un MOMENTO, en que ese modelo que el aprendiz copia SE AGOTA. El alumno SUPERA al maestro, y encuentra su PROPIO ESTILO. ¿CÓMO? Imitándolo, hasta llegar a SUPERARLO, hasta ROMPER el molde.

El aprendiz se convierte en artista cuando ya no necesita el estilo de nadie para sentirse seguro: acaba de aparecer su propio estilo.
 Si alcanza el propio estilo es la cumbre del camino  del artista, identificarse con alguien es el primer paso para constituir nuestra identidad.
  Para ser nosotros mismo, sin copiarnos a nadie.



El sonido del silencio.

La más parecida a la ausencia de sonido, es amar en silencio.
La angustia, el dolor, tiene sonidos: suenan a nudo en la garganta, a lluvia y frío.
El oído, tiene  sonido: suena a gritos incrustados…
La cobardía, tiene sonido: suena a murmullos atormentados.
Pero amar en silencio tiene un dejo de tristeza, sabe a tinta en el tintero, a tacañería.
Amás en silencio y un día te enconarás mudo, lleno de palabras que atormentan. Hasta quedarse sin palabras… y llega en silencio.
El silencio es ausencia. Como la luz en la oscuridad, nos muestra lo que no hay.
Ahora que soy sólo silencio, creo entender por qué tanto miedo al silencio, al sonido del silencio.


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