No sé si lo recuerdo o me lo contaron pero cuando era chiquita mi mamá me decía “Dame la mano para cruzar la calle”, y yo le decía “no, no te la doy, te la presto”, porque dar la mano me sonaba a darla, sacármela y darla ¿pero dar una mano no es un poco eso?
Dar una mano a alguien es mucho más que hacer un favor. No es dedicar unos minutos que te sobran o prestar una remera que no usas, es dar una parte tuya, es darte vos.
Dar la mano es aferrarte y aferrar al otro. Cuando el mundo se vuelve un abismo y todo se cae tus manos no se aferran a algo, se aferran a alguien, alguien que no te deja caer.
Cuando vos diste tu mano ya no hay forma de soltarla, ya no es tuya, está unida a la del otro, las dos manos son una.
Las manos nos unen, nos suman, cuando damos la mano dejamos de ser yo para ser nosotros.
Mi mano ya no es mía, es tuya, o nuestra. Nunca voy a soltarte la mano, pase lo que pase.
Oh por Dios, ¡Tu blog es increíble! Esto nunca lo había pensado, jamás se me hubiera cruzado por la mente. Es muy cierto, adoro esta entrada, y también el resto del blog. Escribes muy bien. Te sigo amiga, adoro tu forma de escribir. Cuídate. Un beso grande.
ResponderEliminarAtt. S@r!t@.